«La libertad no hace felices a los hombres, lo que los hace es simplemente hombres»
LA FIGURA POLÍTICA DE MANUEL AZAÑA
Manuel Azaña Díaz (Alcalá de Henares, 1880 – Montauban, Francia, 1940) fue una de las personalidades más importantes de la primera mitad del siglo XX en España. Político, intelectual, escritor y periodista, fue presidente de la Segunda República entre 1936 y 1939.
Antes de comenzar su andadura como político y escritor, Azaña estudió Derecho en Zaragoza, doctorándose en la Universidad Central de Madrid (1900). Funcionario de la Dirección General de Registros y Notarios desde 1909, se afilió al Partido Reformista en 1913, iniciando así una creciente actividad política con el paso del tiempo. Ya como defensor del republicanismo, protagonizó la fundación de Acción Republicana (1925).
En abril de 1931, tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera, Azaña participó como miembro destacado del comité revolucionario que contribuyó a instaurar la Segunda República en España. Fue ministro de la Guerra y, posteriormente, presidente del Consejo de Ministros entre 1931 y 1933. Durante este período, destacan medidas para promover las reformas agraria y militar, un Estado laico y el estatuto de autonomía para Cataluña. Azaña recuperó algunas de las ideas que Emilio Castelar había defendido en vida, como la descentralización territorial compatible con la unidad nacional, la regeneración ciudadana a partir de la educación, el progreso social, la defensa de la democracia y la legalidad republicana.
A lo largo de su etapa como presidente, en nuestra ciudad se finaliza la construcción de las primeras Escuelas Graduadas (hoy colegio público Padre Manjón), se inaugura el monumento en honor a Emilio Castelar en la plaza del mismo nombre, se concluye la nueva estación de ferrocarril de Elda-Petrel y se erige el Cuartel de la Guardia Civil.
Tras su cese en septiembre de 1933 por el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, Azaña formará en 1934 el partido Izquierda Republicana que, dentro de la coalición del Frente Popular, ganará las elecciones de febrero de 1936. El 10 de mayo de ese mismo año, una vez destituido Alcalá Zamora, fue nombrado presidente de la República. Ostentó este cargo hasta los últimos meses de la Guerra Civil, un conflicto que marcó profundamente su mandato y su salud. A principios de 1939 dimitió y se exilió con parte de su familia a Francia, donde falleció poco tiempo después, en 1940.
DEL EXILIO A ELDA: LA VARA DE MANDO DE MANUEL AZAÑA
La vara de mando es un símbolo protocolario tradicional que representa la autoridad de un cargo público. La vara de mando del presidente Manuel Azaña, signo del máximo poder institucional republicano, se expone en Elda como reflejo de la trascendencia de nuestra ciudad en varios momentos de la historia de la Segunda República (1931-1939).
Se trata de una pieza de madera, de 93 centímetros de longitud y 1,5 centímetros de diámetro, revestida con una resina que imita el carey. En su extremo superior posee una empuñadura metálica, dorada y grabada con la inicial M. Bajo este puño, dos borlas acordonadas de color oro y negro atraviesan un orificio circular con remache metálico dorado. La vara está rematada en su extremo inferior por una punta plateada o regatón. Este objeto, cargado de simbolismo, acompañó a Azaña hasta su muerte en el exilio en Francia (1940).
Hasta llegar a Elda, la vara de mando de Azaña ha recorrido durante décadas un singular viaje por varios lugares del mundo. María Dolores de Rivas Cherif, su viuda, exiliada en México desde 1941, entregó la vara a la Liga Española Pro-Derechos Humanos, entre cuyos fundadores se cuenta a Azaña. En 1997 la vara fue cedida por la Liga al entonces presidente de Portugal, Jorge Sampaio como un regalo protocolario en un acto conmemorativo entre España y Portugal. Sampaio, aclamado admirador de Azaña, se comprometió a conservar la icónica pieza hasta que finalizara su mandato. Cuando dejó la presidencia de la República portuguesa en 2006, la vara fue devuelta a Francisco José Alonso, presidente de la Liga Española Pro-Derechos Humanos en aquel entonces. Alonso, tuvo que escoger lugar donde depositar la vara, y escogió Elda por sus lazos de amistad con José Manuel Orovio, concejal durante el mandato del alcalde Juan Pascual Azorín, con el que había colaborado en varios proyectos solidarios con el Sahara en los que participaba el consistorio eldense.. Así, en 2007 la vara pasó a manos del Ayuntamiento de Elda, que la ha conservado hasta la actualidad, exponiéndolo en el vestíbulo de la casa consistorial, abierta a todos los ciudadanos eldenses que deseen observar una de las piezas más características del periodo republicano en nuestro país.